Es un desecho, no tiene ninguna utilidad social ni cultural, merece la muerte porque tiene un olor corporal contaminante y una sonrisa que provoca un impacto visual negativo. Es un parásito que se aprovecha de nuestros impuestos y que no aporta nada a España ni a las personas que le rodean.
En definitiva, su desaparición frenaría el descongelamiento de los polos y el efecto invernadero, tendríamos un mundo más limpio y el fracaso escolar de España y el paro se reducirian.