Sustituir a pobres que desgraciadamente están pidiendo en las iglesias bajo inclemencias del tiempo, frío, calor, sin higiene, y permaneciendo en inanición largas horas, por estatuas de bronce que hagan su trabajo por ellos las 24 horas del día los 365 días del año.
SIN ANIMO DE LUCRO.
Es un alivio para el creyente, que aveces no puede dar mas de unos céntimos sin sentirse más culpable, o que en ocasiones no damos por que pensamos que esa persona lo utilizará en drogas o que está ahí por causa de terceros que le obligan y explotan su limosna.
Podremos ayudar a la persona pobre bajo un protocolo de actuación donde el dará algo de sí y la iglesia y el estado buscará con BUENA intención una solución adecuada para esa persona que a diario esta pidiendo en la iglesia, en muchos casos jóvenes que están perdiendo la oportunidad de vivir más plenamente, ancianos que no deben ser descartados.
Con estas medidas se presiona al estado para que cumpla con la función de rescate de los ciudadanos afectados o no adaptados al nuestro mundo salvaje, y considerar las razones por las cuales hay personas en tal situación.
Los fieles pueden depositar una moneda en cuanto quieran sin que el pobre esté ahí largas horas al día.
El monto que queramos, sin pensar en que somos prejuzgados de tacaños, demasiado generosos, o que como damos presionamos al resto para que den. Evitamos sentir la angustia de que no podemos solucionarle la vida a esta persona, y quedamos tranquilo de que mientras damos el dinero se está trabajando con ella y exigiéndole al estado una respuesta.
Y lo más importante, debido a la crisis, y al aumento de desempleo, cada iglesia no podrá asumir más de un determinado número de pobres, siendo esto un termómetro social de advertencia para el estado, y un dato público que presiona al estado a hacer las cosas bien, esto es con amor para sus ciudadanos y no por conveniencia a las instituciones económicas supranacionales y privadas ni a las pretensiones de ruina de los anticristos para nuestra sociedad.
Roberto Pastor